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  • Foto del escritor:  Charo De Sousa C.
    Charo De Sousa C.
  • 15 abr 2020
  • 9 Min. de lectura

Estamos encantados de poder tener este lugar de encuentro donde compartir conocimientos y experiencias. Deseamos que puedan sentirse en casa y participar con vuestras opiniones, vivencias y preguntas allí donde estén.



Nuestra humilde pretensión no es otra que divulgar el conocimiento, aportándolo siempre como dije antes, desde nuestras propias experiencias, tanto profesionales como personales, pues es desde este último lugar desde donde, tu, quien nos lees, podrá sentirse más o menos identificado.

Vivimos en una época en el que el mundo de la información y por qué no, el de la desinformación nos invade, a veces incluso de forma agresiva, no hay lugar ya en el que estemos a salvo, excepto que tomemos la determinación de hacerlo de forma consciente. La Telefonía Móvil y las redes sociales son parte activa de nuestras vidas y la información que a través de ella nos llega no siempre es veraz ni bienintencionada. Esto por otra parte es una ventaja dado que siempre podemos beber de distintas fuentes y leer opiniones encontradas pero también es un inconveniente dado que en ocasiones al final no tenemos la capacidad de análisis ni los conocimientos necesarios para llegar a nada concluyente.

Al final nos quedamos con los que nos resuena, con lo que más se acerca a nuestras creencias sobre el mundo y nuestra realidad sin importarnos demasiado si es correcto o no y ese es nuestro derecho, pues como decía Henry Ford, “Tanto si lo crees como si no, tienes razón.” Es decir, la verdad será nuestra verdad y esta la creadora de nuestra realidad o mejor dicho, de cómo la interpretamos. Actualmente esta premisa tiene mayor sentido que nunca, dado que desde la Física Cuántica se nos dice que todo depende del observador, ya hablaremos en otro post sobre este tema tan interesante y controversial.

El mundo del desarrollo o crecimiento personal así como el de las Terapias Complementarias, ojo y digo complementarias y no alternativas que no es lo mismo, está también inmersa en este loco mundo de la tecnología invasiva, y por doquier se anuncian profesionales y no tan profesionales que ofrecen técnicas y métodos, unos muy serios y otros un tanto milagrosos, que pretenden o postulan resolver nuestros problemas de forma definitiva en un abrir y cerrar de ojos. Con esto no quiero lanzar un ataque a toda la comunidad de profesionales de las terapias ni mucho menos, como en todas partes hay excelentes personas ejerciendo desde el amor a su profesión y altamente cualificadas (una cosa no tiene por qué ir unida a la otra siempre) y otras que solo buscan lucrarse o alimentar su ego sin pararse a pensar que detrás del cliente (nótese que digo cliente y no paciente) hay una persona que necesita y desea resolver un problema real por el cual con toda probabilidad este sufriendo. Como decía, hay de todo en todas partes, buenos terapeutas, buenos coach, buenos carpinteros, buenos médicos, buenos mecánicos y hasta buenos políticos si me apuráis. Y claro como no, de todo eso también los hay malos y muy malos.

Desde nuestra experiencia personal, y solo desde la nuestra, no puedo afirmar que existan terapias milagrosas, y creo en los milagros pues los he vivido en primera persona. Y digo que no puedo afirmarlo pero tampoco de momento puedo negarlo de forma rotunda, como decía Einstein, todo es relativo, y esto es una gran verdad. Si puedo decir que he tenido la fortuna de asistir e incluso participar en… llamémoslo “sanaciones” (físicas, emocionales y mentales) cuasi milagrosas. Pero creo también que dichos milagros han sido todo un proceso interno personal que ha llevado un tiempo y un esfuerzo del individuo que realmente resulta difícilmente medible. Antes quiero aclarar que para mí no existen sanadores, si no personas dispuestas a sanar, y nosotros los terapeutas, del tipo que seamos, solo somos canales y facilitadores para que eso suceda. Por tanto y normalmente antes de todo resultado positivo de la terapia, cara al individuo que asiste a la misma, hay una toma de consciencia, cuestión vital e imprescindible, un querer sanar, un reconocimiento del problema a resolver. Dicha toma de consciencia es en sí misma un proceso sanador que junto con un deseo real de cambio de las circunstancias internas y externas conllevan a la búsqueda de una solución que en ocasiones pasa por acudir a la consulta de un terapeuta.

Por tanto no es sino desde el compromiso, como acto voluntario, que comienza el proceso de sanación. Recalco esta cuestión dado que también en muchas ocasiones existe por parte de la persona que acude a una consulta, sea médica o terapéutica, lo que se denomina “ganancia secundaria” es decir ciertas ventajas que se obtienen por el hecho de estar enfermo. Como ejemplo puede servir aquellos ancianos que viviendo solos son ignorados y es solo cuando se enferman que sus allegados les prestan atención y por tanto terminan aquejados de mil dolores reales o no para conseguir la atención, por otra parte tan necesaria, que no recibirían de otra manera. Este solo es un ejemplo de ganancia secundaria pero existen muchas situaciones en las que este hecho se da, muchas veces de forma inconsciente pero que bloquean sobremanera la efectividad de cualquier tratamiento o terapia.

Compromiso y convicción o fe si lo preferís son, a mi parecer, los ingredientes básicos para el éxito de una terapia, por supuesto que en este caso hago referencia a situaciones más complejas que un poco de ansiedad o estrés que bien se alivia con un buen masaje o una sesión de Reiki. Hablo de situaciones o diagnósticos más complicados que tienen que ver con traumas o vivencias que han dejado una huella profunda en la persona.

En estas circunstancias nos encontramos también con una situación paradójica dado que en muchas ocasiones el cliente responde de forma favorable a la terapia, y aquí aprovecho para señalar esas sanaciones milagrosas de las que he sido testigo. Pero posteriormente y una vez finalizada la terapia bien porque se ha alcanzado el objetivo propuesto o bien, y esto sucede con relativa frecuencia, por que la persona deja de asistir a la consulta por encontrarse mejor y considera que no es necesario continuar, a semejanza del paciente que toma su medicación y que al sentir una mejoría la abandona antes del periodo señalado por el facultativo, el caso es que se produce una recaída a veces incluso más aguda que la de la situación inicial.

Y te preguntaras ¿Por qué? ¿A que es debido? ¿Cuál es la causa de la recaída? ¿No era realmente eficaz la terapia? ¿Quién es el responsable? ¿El cliente? ¿El Terapeuta?

He aquí el sentido de este artículo. ¿Cuál es la causa real de que esto suceda más a menudo de lo que nosotros como terapeutas deseáramos? La explicación es muy sencilla y hasta ahora la solución no lo era. Para ello me voy a servir de un ejemplo.

Imaginemos que un deportista o incluso una persona que tiene simplemente un trabajo de oficina acude a la consulta de un fisioterapeuta debido a una lesión causada bien por el sobre esfuerzo de una determinada parte de su anatomía o bien, en el caso del oficinista, por una mala postura corporal en su lugar de trabajo. El fisioterapeuta como buen profesional aplica de forma adecuada todos sus conocimientos para resolver dicha dolencia, y lo hace de forma efectiva. La persona mejora notablemente, pero al poco tiempo vuelve a recaer y al regresar a la consulta el fisioterapeuta, profesional experimentado le hace una batería de preguntas y detecta que evidentemente la dolencia a retornado por la sencilla razón de que los hábitos posturales en caso del oficinista o la sobrecarga a la que el atleta exponía su cuerpo siguen presentes, ambos han seguido repitiendo indefectiblemente sus hábitos, aquellos que han generado el problema y por tanto al repetirse la situación que genera el problema este se repite y se seguirá repitiendo hasta que no haya un cambio real en los hábitos de los afectados.

Lo mismo sucede en cualquier terapia que aborde cambios más profundos en las personas, cambios de forma de pensar, cambios en la gestión de las emociones, cambios internos sobre el como vemos la vida y nuestro entorno. Cambios en definitiva que tienen que ver el como vemos nuestra realidad y el mundo que nos rodea.

Dado que nuestra interpretación de nuestra propia realidad tiene que ver con todo nuestro bagaje de vida, con las vivencias, sobre todo, las que tienen que ver con nuestra infancia, nuestra crianza, con los mensajes que nuestros padres y educadores, entre otros, nos transmitieron, muchas veces como verdades absolutas e irrefutables, ellas quedaron impregnadas en nuestro subconsciente como verdades inamovibles. Traumas, fobias y miedos, entre otras cosas, se tejen en nuestra mente subconsciente como las reglas de nuestro paradigma personal convirtiéndose en lo que se ha dado en denominar “Creencias Limitantes” y son estas y no otros factores externos los que nos gobiernan, a veces a su antojo sin que nosotros seamos conscientes de ello, haciéndonos reaccionar, por ejemplo, a determinadas situaciones a las que nos tenemos que enfrentar siempre con la misma respuesta. A todos hay cuestiones particulares que nos molestan y por tanto nos condicionan más que otras sin poder dar una explicación racional a ello, y terminamos por asumir y responder “es que yo soy así”.

Las creencias limitantes se hallan en lo más profundo de cada uno de nosotros, viviendo agazapadas ignorando su existencia. Muchas veces el subconsciente las oculta de forma intencionada como forma de protegernos de determinados recuerdos que han sido y siguen siendo dolorosos para nosotros. Es sencillamente una cámara cuasi estanca que pretende protegernos pero que al mismo tiempo nos condiciona irremediablemente en nuestro presente inmediato. El subconsciente no entiende de tiempo y debido a ello y hasta que algo no haga cambiar la premisa sobre la que estaba construida la creencia limitante esta permanecerá inamovible con el único fin de protegernos. Para esta cuestión y para que se entienda mejor yo suelo poner otro sencillo ejemplo. Imaginemos una situación cualquiera, dos realidades exactamente iguales. Una calle y una persona andando tranquilamente por ella, a lo lejos un perro de talla media se aproxima también tranquilamente. ¿Qué sucede en la mente de la persona cuando se percata de la presencia del perro? Pues bien, si la persona en su infancia tuvo la posibilidad de relacionarse con este animal de forma positiva, jugaba con él y recibía sus lametones como muestra de afecto, probablemente su reacción sea de agrado, incluso de alegría y se dirigía directamente al animal sin miedo y con deseos de interactuar con el esperando recibir la misma respuesta que tuvo en su infancia. Su subconsciente no le dará ninguna alerta pues la situación no presenta ningún peligro, al contrario su cerebro con toda probabilidad comience a generar serotonina y su respuesta emocional y su actitud serán de agrado y placer. Ahora bien volvamos a la misma situación en la calle, ahora otra individuo se percata de la presencia del perro en la distancia, este individuo por el contrario ha tenido una experiencia negativa en su infancia pues fue mordido o atacado por otro perro hace ya muchos años, el subconsciente graba esta información en una ecuación, digamos, de este tipo; perro=peligro. Si esta persona posteriormente al hecho ocurrido en la infancia, no ha podido resolver dicho conflicto a través de otras experiencias que borren esa creencia lo que sucederá es sencillo, vera al perro en la distancia, su subconsciente encenderá todas las alarmas y en su interior comenzarán a resonar todas las acciones posibles para enfrentar el peligro, comenzara quizás a sudar y ponerse ansioso y bien huira o quedara paralizado ante la sola imagen del perro acercándose al él. Dos reacciones distintas para un mismo escenario solo condicionadas por la experiencia personal de cada cual.

Es así como funciona nuestra mente, es así como en todas las facetas de nuestra vida y dependiendo de nuestro aprendizaje somos capaces de reaccionar de una forma u otra. Y esto, las creencias limitantes, son las que nos resultan un lastre para abandonar aquellas cuestiones que no nos ayudan a obtener mejores resultados en nuestra vida y es por ello que sentimos que son inútiles todos los esfuerzos que realizamos para romper con determinada situaciones que no nos hacen felices. La abundancia, el merecimiento, las fobias, el aprendizaje e incluso el adelgazar tienen que ver mucho con lo que guardamos en nuestro subconsciente.

Afortunadamente hoy en día, y gracias a las tecnologías y los innumerables estudios realizados el subconsciente ya no es una caja fuerte inaccesible. Podemos cambiar esa información que un día nos resultó útil para afrontar determinadas situaciones pero que hoy en día solo es un absurdo cortafuegos que no podemos cruzar. Nosotros hemos crecido, hemos cambiado, nuestra vida y nuestro entorno ya no son los mismos, pero nuestras creencias continúan inalterables.

Los estudios llevados a cabo sobre las ondas cerebrales y el cómo estimularlas para obtener estados mentales positivos y receptivos a la asimilación de nueva información por una parte y las técnicas subliminales, como medio de abordar el subconsciente y modificar las creencias alojadas en él, son la llave maestra para poder realizar un cambio efectivo y perdurable en el tiempo. Son la llave para evitar las situaciones de las que antes hablaba que ocasionaban las recaídas en aquellos que asistían a un terapeuta con la firme convicción de realizar un cambio sustancial y necesario en sus vidas.

Si deseas saber más sobre estas técnicas no te pierdas el siguiente Post donde abordaremos con detalle que son las ondas cerebrales, los sonidos binaurales y las afirmaciones subliminales y como puedes hacer uso de ellas para empezar a construirte una vida mejor, sacudiéndote definitivamente, todo aquello que te limita.

Nos vemos pronto.

Raúl González González

Grupo Terapéutico Panal del Sol

Codirector y Terapeuta

 
 
 

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